Como parte de su compromiso con la visibilización de experiencias transformadoras en el campo de la comunicación y la educación, el Centro Latinoamericano de Educomunicación y Ciudadanía (CELAEC) presenta esta entrevista a Gladys Daza, primera doctora en Comunicación en Colombia y actual integrante del equipo del Centro de Comunicación Educativa Audiovisual– CEDAL. (www.ceal.org.co) Realizada por Diana Bernal y Patricia Bustamante, la conversación nos invita a recorrer los hitos de una vida marcada por la disciplina, el pensamiento crítico y la vocación por el bien común. Gladys Daza ha dedicado décadas a formar generaciones de comunicadores y comunicadoras desde una mirada profundamente latinoamericana, articulando teoría, práctica y compromiso social. Esta publicación forma parte del esfuerzo de CELAEC por difundir las voces de educomunicadoras que han dejado una huella en sus territorios y en la historia de nuestras luchas colectivas.
Gladys Daza: Los tiempos de Dios
Le preguntamos: ¿Qué hay de aquella niña? ¿si rompió con todos los cánones?
Gradys respondió: “El de la cultura, sí, bueno, todo ha sido providencial porque yo me gané una beca departamental.
En ese tiempo eran becas que cubrían el internado. Y la beca me salió para Sahagún, una población cercana. Entonces, me fui para el colegio, no tenía idea de qué colegio era ni qué hermanas eran, nada.
Era un colegio que tenían las franciscanas y ahí fue donde las conocí”.
Estudié cuatro años. Había en ese momento una normal que se llamaba normal elemental y se graduaban con cuatro años, pero los que querían la normal superior debían después hacer dos años más. En el colegio me gradué, pero me llamó la atención la vida de ellas, su ejemplo, veía cómo trabajaban, como trataban por igual a ricos y pobres, sin hacer distinción. Entonces, pensé, por ahí me quiero ir yo ¿Puede haber un camino, verdad?


Pero mi abuela paterna, quien tuvo mucha influencia en mí, era anticlerical. Para ella curas y sacerdotes eran hipócritas, no vivían lo que decían. La razón que tenía ella es que conocí a varios niños, hijos de sacerdotes, no reconocidos por ellos. Pero mi abuela era terrible y cuando los veía decía: – Sí, hijo del padre tal. Entonces por eso ella tenía sus razones para no creer, por lo tanto, cuando yo decidí ir a la congregación, sobre todo ella se opuso.
La madre Bonifacia me decía que yo me mandaba, que era dueña de mí misma, me mantuvo muy alto el ego. Para ella, yo era lo máximo. Entonces si yo ingresaba tenía que ser sin el permiso de la familia, porque la abuela no iba a aceptar. Así que yo me fui sin decir nada a nadie. Simplemente dije que iba a hacer mis dos años, los que realmente cursé. Pero estos dos años fui postulante y novicia de las franciscanas, madre mía ¿Qué dijo la abuela? Castigo de Dios para ella. Castigo de Dios, por lo que siempre fue anticlerical. Además, recuerdo que me hizo una llamada y me dijo: u- Usted ha muerto para la familia. Fue muy duro. Bueno, pero ya después se suavizaron las cosas.
Entrevistadoras: ¿Pudiste hacer una vida distinta a la de las niñas de Carrillo?
Gladys: – Claro que sí, eso sí, pero eso ha sido en los tiempos de Dios, muchas veces diferente a lo que nosotros pensamos o hacemos.
